domingo, mayo 23, 2010

Pequeñas cosas

Sabe que Isidro se levantó porque escucha el sonido que hacen sus chinelas cuando arrastra los pies al caminar. Lo hace desde que se jubiló, como si renegara de haberlo hecho, como si aceptara que la vejez le cayó encima, como si estuviera vencido. El sonido le hace evidente lo mucho que le molesta el que él haya invadido su espacio.

Ya no se pregunta dónde está la mujer joven que fue. La que soñaba con una vida divertida y apasionada. Se le pasaron los años viendo crecer los hijos, nacer los nietos. Hizo las paces consigo misma, pero cuando más tranquila estaba él se jubiló, invadiendo la casa con su continua presencia. Al principio, la seguía por todas partes como un niño pequeño aburrido buscando qué hacer. Consideró el divorcio, pero es él quien mantiene la casa. El sonido de las chinelas se aleja hacia la sala y ella se enjuga una lágrima con la torpeza rabiosa de dedos en que la artritis ha dejado sus huellas.

Sentado en el sofá, el hombre ojea en el diario las ofertas de viajes. Sueña con una vida libre, diferente. Un crucero con una mujer joven del brazo sintiendo sobre el rostro bronceado la brisa húmeda del océano. Tiene amigos que se han corrido el albur, pero no se anima. No quiere un fracaso, ni a alguien que lo tome por tonto. Pronto cumplirá los setenta y la salud no es para siempre. Se contenta con pequeñas cosas.

Su mujer lo llama para el almuerzo y se pone de pie. Camina lento hacia la cocina, arrastrando las chinelas, disimulando una sonrisa divertida y traviesa.

4 comentarios:

lucille lang correa dijo...

Rosa M estoy tan feliz por las dos y por Isabel que ya me enterare de su cuento. Me encanto eso de arrastrando las chinelas con su sonrisa divertida puede ser el pensamiento de muchos hombres y muchas mujeres tambien.
Espero verte pronto para darte el abrazo en presona.

Marisol Cragg de Mark dijo...

Mientras va caminando arrastrando sus chinelas puede imaginar que se encuentra en un crucero y que va a encontrar a su amante (su esposa)en el comedor de ese barco de lujo.
Me encantó tu relato. Guarda una gran verdad.

rosa dijo...

Que hermosa entrada gracias por compartir, besos

Jana dijo...

Que lindo que divulgues a viva voz lo que muchos piensan pero no tienen ni la gracia ni el valor de estamparlo tan suavemente.