jueves, noviembre 18, 2010

El carné

Comencé comiéndome las uñas como distracción cuando estaba aburrida, o preocupada. Con los años me comí el estómago porque los nervios subían por él a mi garganta como culebrillas amenazando asfixiarme. Cansada de las cargas, me comí los riñones. Ahora estoy comiéndome el corazón para que no me duelan los sufrimientos. Después tendré que comerme el cerebro para olvidar memorias.

Me pregunto si valdrá la pena que aún lleve el carné de donante de órganos.

3 comentarios:

Marisol Cragg de Mark dijo...

Genial este mini relato tuyo.
Me ha gustado muchísimo aunque guarde un poco de tristeza.
Te dejo un cordial saludo y te deseo un buen fin de semana.

lucille lang correa dijo...

genial como siempre guárdalo esta para premio ya sabes que tengo muy buen ojo incluso lo puedes convertir en cuento desde la tercera persona!

Anónimo dijo...

Mi querida Cascabeles!
Pues yo voy por las uñas aún!
Dragoncita