miércoles, mayo 23, 2012

Conversaciones con el psiquiatra


—He estado pensando mucho en las razones de mi depresión —le digo.  Creo que tiene que ver con la angustia de estar envejeciendo y las cosas que se pierden. 

—Todos tenemos que planificar para envejecer, para muchos puede ser la época más feliz y productiva de sus vidas, a pesar de las pérdidas —me dice él.

 —No es que no planificara —insisto—. Es que lo único que le pedía a Dios que me dejara, fue lo primero que me quitó.  Mi sonrisa.

Y me mira sin entender y trata de explicarme que si me imagino sonriendo, lo estoy, aunque los demás no vean lo mismo.

Entonces le relato el último cuento que he leído: un niño entra de la calle y a preguntas de la madre de qué hacía afuera le explica que salió a tratar de encontrar al monstruo que lo mira por la ventana.  La madre lo manda a acostar, y luego, en tono de reproche, le dice al marido, “te dije que no era suficiente con tapar los espejos”, y comienza a tapar con sábanas todas las ventanas.

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