jueves, mayo 23, 2013

Violencia doméstica



Hace varios años decidí que en mi casa no habría tolerancia alguna para la violencia doméstica, aunque eso significara quedarme sola.  Al tomar la decisión no conté con Cuquito.  Cuquito es mi pajarito, un cockatiel, con quien comparto, desde hace varios años, mi espacio. Aunque tiene su jaula, mientras yo estoy, está suelto.  No le corto el vuelo, quiero, que en su cautiverio, se sienta libre de volar.

Al llegar a casa, entre los varios juguetes que le compré, estaba un conejito de peluche. Cónsono con sus instintos, Cuquito decidió que el conejito era el juguete perfecto para descargar sus deseos de tener una pareja.  La primera vez, tímidamente, puso una patita en la oreja del conejito, tomó la posición adecuada y voilà tuvo compañera. 

Al principio de la relación, varias veces al día, veía a Cuquito acomodarse sobre la oreja de Blanquita, Bertita y Suzy Q, que fue el nombre con que bauticé a la conejita. En los días de lluvia Cuquito la buscaba aún con más ahínco. Imperturbable, la conejita lo miraba con grandes ojos rosados y le dejaba hacer.

Algo ha debido cambiar a través de los años. Quizás Cuquito se dio cuenta que la conejita no responde a su amor como era de esperar o simplemente, de tanto ir a la lavadora, su oreja no sigue la línea cómoda y perfecta que tenía antes.  El caso es que Cuquito se resbala y pierde posición y frustrado la ataca, picándola. En ocasiones, ni siquiera hace el intento de hacerle el amor, cuando sale de la jaula temprano en la mañana, sube al techo y empuja a Blanquita con furia hasta verla caer al piso.

He tratado de explicarle que la violencia doméstica no está permitida en la casa.  Que no estoy de acuerdo con los malos tratos que le da a su compañera.  La levanto del suelo, la beso y nuevamente la pongo sobre la jaula.  Mis buenas intenciones se pierden; con más inquina, la empuja. 

Es posible que entre Cuquito y Blanquita el amor nunca sea perfecto.  Que de ahora en adelante tendré que hacer a un lado mis recelos de la violencia entre pajarito y coneja.  No por eso han cambiado las reglas de la casa: los seres humanos se respetan y entre ellos, definitivamente, el límite de tolerancia a cualquier tipo de violencia es cero.

1 comentario:

N dijo...

Que bonita historia :)
he empezado a escribir otravez....
la tentacion de borrar todo se me va poco a poco...