lunes, junio 03, 2013

Poniéndole el cascabel al gato



Escucho la campana y miro el reloj: las dos de la mañana. Salgo de la habitación a oscuras y tropiezo con el gato que maúlla molesto. Odio que venga a buscarme cuando ella me llama. Tiene la lámpara encendida, el gato se ha enrollado a sus pies, y ella me mira acusadora. 
La limpio y le cambio el pañal, la bata, y las sábanas. Me duele el pecho de moverla de un lado a otro para cambiar la ropa de cama. Estoy cansada, harta.  Le perdí el amor cuando descubrí que estaba presa de una enferma exigente y arrogante que haría todo lo posible por llevarme al límite de mis fuerzas. Una madre en cuyo mundo solo hay dos seres importantes: ella y su gato, y yo soy alguien conveniente. Me soporta porque me necesita. Nunca le he oído una palabra de cariño o de agradecimiento. Nunca una sonrisa. De sus hijos yo soy la que se parece a mi maldito padre. Lo grita en buches que me salpican la piel quemándome.
—Trata de dormir, mami —digo la aborrecida palabra y me pregunto si sabrá que la odio.
—Quédate en lo que puedo conciliar el sueño —es una orden.
Me siento en el lecho y el gato se acomoda entre nosotras. Lo acaricia con una sonrisa satisfecha en los labios, y el gato se da vuelta y ronronea de placer. Y ya no aguanto más. Tomo la almohada y le tapo la cara.  El gato maúlla y como si supiera lo que estoy haciendo me ataca arañándome la espalda, intentando morderme. Lo empujo con fuerza y cae al suelo chillando. Antes que vuelva a la carga, aumento la presión en la almohada. Ella deja de luchar y se queda quieta. Apago la luz y vuelvo a mi habitación. El gato está en mi cama, puedo ver el brillo de sus ojos que parecen advertirme que me odia, que tenga cuidado porque me atacará a mansalva.
Busco un cascabel y con una cinta se lo ato al cuello. Su sonido no me dejará estar tranquila pero sabré cuando el animal anda cerca. El gato se acomoda en mi lecho… Estoy presa.

No hay comentarios.: