sábado, noviembre 27, 2004

Amor ajado

Llegó el amor, con un viejo vestido conocido. Vi sus ropas, y dije ya lo usé, y lo volví a colgar en el ropero. Desde allí su color me gritaba, tienes zapatos nuevos, estrénalos conmigo. Y yo, orgullosa, continuaba buscando algo nuevo, que nadie me hubiera visto. Allí se quedó colgando en el perchero, y cuando decepcionada por no encontrar nada que me quedara, fui a buscarlo, lo encontré tan ajado y manchado por el tiempo esperando, que de igual modo tuve que tirarlo.

jueves, noviembre 25, 2004

Nostalgia

Es apenas un esqueleto andante. Alguien que camina sin rumbo, un guiñapo humano. Le tengo miedo, y cuando le veo venir por la misma acera, y sé que vamos a cruzarnos frente a frente, cruzo a la otra. Él sabe que lo hago a propósito, aunque finja recordar un compromiso, algo que hacer al otro lado. Lo sabe, y me sigue con la mirada, y siento como si la pena que emana de él me envolviera en un inmenso vaho de nostalgia.

Nostalgia, extraña palabra que casi nunca utilizo, porque no me gusta mirar atrás, y nunca pensé que fuese cierto aquello de cualquier tiempo pasado fue mejor. Cualquier tiempo es bueno, si es ahora, y estoy vivo. Y luego del hoy, está el mañana, aunque mañana sea un sueño, pero me gusta soñar. Antes no lo hacía, pero en los últimos tiempos, de vez en cuando, me doy el lujo de imaginar un futuro mejor.

Lo será, lo siento en mis huesos; en mi cerebro que lo va bordando; en mis dedos que a veces se me escapan y lo escriben en la inmensa pantalla de un ordenador gigante, imaginario. Entonces voy y me siento en el mío y lo escribo con inmensas letras de colores para que no perder la meta.

Pero cuando lo veo, su sentimiento de nostalgia es neblina espesa que me cubre, aura maligna y repulsiva. Me mira con tristeza, y me pierdo en su amargura, y me confunde. Me confunde, porque en el espejo veo su reflejo, y él es mi mañana, y yo soy su nostalgia…

domingo, noviembre 14, 2004

Amapola

Todos los veranos hacían la caminata. Era una procesión no planificada de seres desesperados buscando respuesta al por qué de sus vidas. Un largo recorrido, sendero escabroso que tomaba días, días de sol, de lluvia, cada uno con su noche. A medida que pasaba el tiempo, se desarrollaba una camaradería sumamente especial. Los jóvenes se quedaban rezagados, a propósito, para ayudar a los más viejos en la empinada subida. En las noches, sentados alrededor de fogatas, los viejos contaban sus historias, a la que alguno ponía música, mientras los demás hacían coro en una comunión de almas. Y cuando llegaban allí, donde habita el extraño ermitaño que durante años ha guardado silencio, de lo más profundo de sus ojos y del calor de su bondadosa mirada al interior de cada uno, florecía en el corazón, como amapola, la respuesta.

miércoles, noviembre 10, 2004

En el pasado

Anoche me llamó. Me dijo que se estaba ahogando sin mí, que lo salvara. Y yo con crueldad que no me caracteriza, le dije, haz lo que yo, aprende a nadar. Eres demasiado dura, me dijo, si yo me conformo con sólo oír tu voz. Olvídate de mí, añadí entonces, no vivas en el pasado, que en él no tienes futuro, y le colgué.