sábado, enero 07, 2012

Mía

¿Es que se acaba de amar alguna vez? Hay gente que se ha muerto ya y que yo siento que ama aún. Henri barbuse

¿Has sentido alguna vez un soplo en tu oído? Soy yo que te hablo. ¿Has sentido un roce en tus labios? Soy yo que te beso. ¿Una mano que toma la tuya? Es la mía que cubre la tuya. Siempre, siempre estaré a tu lado.

Noemí se preguntó una vez más si Alberto le había dicho eso solo para reconfortarla, o precisamente porque siempre estaría cerca de ella. ¿Podía él por voluntad quedarse atado a la tierra, atado a ella, con los lazos del alma y para siempre?

No debió consolarse de la muerte de Alberto, pero en un principio sus dulces palabras le habían dado la fortaleza para aliviar su pena. En aquel entonces llevaba una remera de él a la cama para poder olerla hasta quedarse dormida. Pero el tiempo pasa, y con el tiempo viene la resignación y el consuelo y finalmente la realización de que la vida continúa.

Había decidido que quería vivir, volver a enamorarse. Alberto siempre sería un hermoso recuerdo, pero ella estaba viva. Quería casarse antes de que fuera demasiado tarde, tener hijos, y Damian le ofrecía ese futuro. No le era indiferente Damian, al contrario. Se sentía sumamente atraída hacía él. Pero algo extraño ocurría cuando estaban juntos: la imagen de Alberto le venía a la mente, sentía el roce de unos labios en los suyos y una mano que la acariciaba. Entonces, por cualquier tontería Damian y ella discutían, se enojaban, y ella sentía un soplo en el oído que le decía: serás siempre mía, solo mía.

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