jueves, enero 26, 2012

Procrastinando

Despierta sobresaltada por el sonido del despertador. Nunca lo usa, pero la noche antes lo puso para poder levantarse más temprano. Quiere empezar a correr en las mañanas en un intento por perder esas libras de más que, obstinadas, se aferran a su cuerpo. Lo ha intentado todo, menos correr en las mañanas y le han dicho que es muy efectivo. Ahora, despierta, se arrepiente: oye clarito el golpear de la lluvia en la ventana. Casi suena a diluvio. No piensa comenzar una rutina de correr en un día de lluvia. Menos con una lluvia tan fuerte. Si se moja pescará un resfriado, y cuando está enferma lo único que la consuela son las toneladas de helado que suele ingerir.

Mira el reloj nuevamente y piensa que la media hora extra que se dio para bañarse y vestirse antes de salir a correr puede usarla para mantenerse calientita en la cama. Si escampa dentro de esa media hora saldrá a correr.

La lluvia ha cesado y aun le queda tiempo para correr un rato. Pero entonces, tendrá que lavarse el pelo, cosa que no contempló la noche anterior. El secarlo le tomará más tiempo que el que tiene y no quiere llegar tarde al trabajo. Es preferible que comience a correr mañana.

Así antes de comprometerse a hacerlo a diario, podrá ir a comer un helado de chocolate en el kiosco de Häagen-Dazs.

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