jueves, abril 19, 2012

Esperanza

Esperanza se miró las largas piernas en el espejo.  Se había cambiado de ropa en el baño de la oficina para poder llegar corriendo hasta su casa cruzando el parque. Acostumbraba hacerlo en el gimnasio, pero hoy no tenía ganas de ir a hacer una rutina de pesas.  Quería descargar corriendo la ansiedad que la tenía en vilo desde hacía varios días.  Desde que Alberto había salido en viaje de negocios y ella había soñado con una cucaracha enredada en su pelo.

Siempre que soñaba con cucarachas algo malo ocurría.  Podía tardar unos días, hasta una semana, pero algo ocurría. Desde que Alberto le habló del viaje tuvo sus sospechas.  Nunca viajaba en verano así que cuando se lo anunció, los celos malditos que en esta relación parecían dormidos, levantaron su cabeza de serpiente. La noche que lo llevó al aeropuerto soñó con la cucaracha en su cabello.

Se concentró en sus piernas y una sonrisa suavizó la crispación de los labios.  De adolescente, sus piernas largas habían sido un fastidio. Caminaba desgarbada, toda piernas, y fueron muchas las bromas que tuvo que soportar relacionadas con ellas. A medida que maduró aprendió que aquellas que había detestado eran realmente su mejor arma.  Eran piernas para lucir en pasarela; piernas para exhibir en la playa y Alberto no se cansaba de decirle que eran piernas para hacer el amor.

Más tranquila, salió a correr por el parque que de noche se llenaba de corredores, pero a esta hora, hora de la cena, estaba casi desierto. Le encantaba sentir el viento en su cabello. Intentó concentrarse en la melodía de la brisa porque impertinente la cucaracha insistía en ocupar su cerebro: Alberto no había llamado lo noche anterior.

Aceleró la velocidad para solo pensar en lo largo de los pasos que podía marcar con sus piernas. Oír únicamente el rítmico chasquido de su tenis al dar en el suelo y romper las ramas. No vio el tronco de árbol, pero escuchó el crujir de los huesos.  Antes de perder la conciencia por el dolor, le dio tiempo de ver a unas hormigas que cargaban el cadáver de una cucaracha de color pardo.

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