sábado, abril 28, 2012

Mariposa azul


Un centenar de mariposas azules delineó su figura en el lienzo que formaban las montañas y el cielo.  Por un momento sintió miedo y pensó en espantarlas, pero se dio cuenta que solo revoloteaban a su alrededor sin hacer daño. A medida que caminaba saliendo del pequeño lago, la seguían, haciéndola sentir una de las elegidas. Contempló la caída de agua que alimentaba el lago y el brillo plateado de los rayos del sol sobre el líquido. Supo que, aunque volviera miles de veces, ninguna sería igual a aquella, en que se  había sentido una mariposa azul feliz. Había sido una señal especial.

De regreso a la casa la acompañó la alegría de los minutos en que fue mariposa feliz.  Hasta ahora era la tristeza la que siempre se le presentaba en forma de mariposa azul.  Por primera vez en mucho tiempo, se sentía enamorada de la vida, una con la naturaleza. 

Luego de un baño con agua caliente disfrutó de una sencilla cena de frutas y una copa de vino. Cubierta con una remera oscura y mahones, se atrevió a bajar las escaleras para enfrentar la noche y su soledad.  Intentaba silbar una melodía que acallara el incesante ladrar de los perros, el cantar del coquí y de los grillos y el alarido angustioso que como tantas otras noches, amenazaba con atenazarle la  garganta.  Volvía a ser mariposa azul descolorida por el tiempo, pendiendo de una lámpara, esperando el día y una ventana abierta para escapar de la locura.

Regresó con pasos rápidos a la casa, y luego de asegurarse que todas las puertas estaban cerradas, se refugió en el lecho.  En vano intentaba dormir.  Corrientes eléctricas castigaban su cerebro y el miedo a que “ella”  volviera se apoderó de la mujer.  “Ella” no tenía forma, ni rostro, era solo eso, “ella”, la que la privaba de hacer una vida normal,  la que la desvelaba, la que la enviaba al hospital.  Solo tenía que sobrevivir la noche, se dijo, la mañana vendría, se sentiría mejor en la mañana, siempre se sentía mejor en las mañanas. El tiempo, inexorable la liberaría.

Se concentró en recrear la felicidad que había sentido siendo mariposa azul libre, viendo las otras mariposas danzando a su alrededor, los rayos del sol sobre el agua, las frutas, el vino… Cuando “ella” finalmente logró arroparla, le sonrió.

1 comentario:

lucille lang correa dijo...

saludos rosa margarita
espero te encuentres bien
retome el blog me encantan tus cuentos
cuando haras tu libro?
pasa por mi blo9g para que escuches
la poesia de Grito de Mujer que subi de Y tube

abrazos muchos abrazos
Lucille