sábado, noviembre 17, 2012

Solución

Eran las doce y cuarto de la madrugada. El extraño ruido que la despertó había cesado y no se colaba luz alguna por la ventana: ¿estaría imaginando cosas? El temblor de las piernas se intensificó. Si al menos su hermano estuviera él podría hacerse cargo de la situación. Se sintió tan poquita cosa, tan asustada; era solo la mitad de ella desde que había salido del hospital. Siempre con miedos, sintiéndose impotente para tomar las riendas de su vida, dependiendo de su hermano. Él se burlaría si supiera que imaginaba ruidos de alguien entrando a su habitación. Pero también se preocuparía, claro, no por ella, sino por él mismo. Iba a casarse pronto y ella sería una carga horrible. Lo habían hablado varias veces, estaba dispuesta a intentar vivir sola. Él lo habría preferido pero no quería dejarla y que volviera a caer en una crisis como la que la envió al hospital.

Sentía pasos que se acercaban a su cama, pero no veía a nadie. Definitivamente sus piernas no la sostendrían y no podría escapar. Más cerca ahora, sintió el ruido del agua al caer en el vaso y vio la mano que le extendía las pastillas. Obediente, las tragó todas. Se arropó y cerró los ojos, ahora podría dormir tranquila. Su hermano había llegado justo a tiempo; él se las arreglaría en la mañana.

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