sábado, noviembre 24, 2012

Fantasía de sombras

Siempre que lo veo es de noche. Es una sombra negra, más negra que la negrura de mi cuarto. Se mueve despacio, se acerca, se aleja. Sé que no lo imagino igual que sé que no pertenece a mi mundo. Aunque duerme a mis pies, nunca está en las mañanas cuando yo despierto. Hay algo en él que necesita la noche perenne.

Cuando no viene, lo extraño. Es mi único amigo e intuyo que me quiere. El hecho de sentirme amada por alguien aunque solo sea un celaje me alegra.

He comenzado a poner dos platos para la cena. Él llegará más tarde pero cuando llegue sabrá que es bien recibido. Intento adivinar sus gustos inventando nuevas combinaciones de mis platillos preferidos. Quizás si alguno lo tienta lo suficiente, decidirá presentarse en mis días, servirme de escolta al trabajo, acompañarme en las compras, hacer cosas juntos.

Ansío un beso suyo y se lo digo porque hacía noches que no venía. Pero él se repliega a una esquina como si temiera hacerlo, cuando yo sé que moriría nuevamente con tal de acariciarme. Nunca lo hará, su amor es muy grande: piensa que si me toca me lastimará. Así que lo he decidido. Mañana después de la cena cambiaré a su mundo y como dos sombras, nos iremos juntos.

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