miércoles, octubre 29, 2008

Princesitas

La primera vez era tan pequeña e inocente que no la recuerda. Después se convirtió en un juego, un juego privado entre dos que intuitivamente sabía que debía guardar en secreto.

Al paso del tiempo se convenció que con la pérdida de la ingenuidad había salido ganando: él compraba su silencio y su anuencia con regalos caros; nada era demasiado para su princesita.

Ahora, cuando siente el llanto ahogado de su niña sin padre y sabe que ha sido destronada, se pregunta si también su madre se hacía de oídos sordos.

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