Al paso del tiempo se convenció que con la pérdida de la ingenuidad había salido ganando: él compraba su silencio y su anuencia con regalos caros; nada era demasiado para su princesita.
Ahora, cuando siente el llanto ahogado de su niña sin padre y sabe que ha sido destronada, se pregunta si también su madre se hacía de oídos sordos.
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