Elena le teme a los cambios y los riesgos que estos conllevan. Prefiere mantenerse sentada en algún rincón, escondida, para que la vida cuando pasa no la vea. Eso sí, ha tenido que mudarse de sitio: antes tenía trabajo y se sentaba en su casa, más o menos cómoda; ahora lo hace en la acera, en cualquier esquina, por si alguien la ve y le regala alguna moneda.
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