viernes, diciembre 24, 2010

La Navidad perdida

La Navidad se había perdido. Desde hacía varios meses los comerciantes la andaban buscando. Al no encontrarla, recurrieron al alcalde, quién reunió a los asambleístas para que le ayudaran a encontrar la Navidad.

El problema, planteaban algunos, es que se desconocía si había sido secuestrada, o era ella, quien, a voluntad, había decidido desaparecer.

En la discusión que se formó, los asambleístas culparon a los comerciantes de la pérdida. Con el afán de hacer dinero, la habían comercializado hasta que la Navidad se había marchado. Enfurecidos por el ataque, los comerciantes aseguraron que, a fin de cuentas, para vender no necesitaban de la Navidad, que Santa Claus podía venir solito.

Después de tan agrio encuentro, se recomendó al alcalde que publicara una proclama notificando que aunque Santa Claus pulularía por las tiendas del pueblo, la Navidad no vendría. El cura del pueblo pidió una audiencia con el alcalde. A él no le habían consultado, reclamó, y no estaba de acuerdo con la decisión tomada, por cuanto Navidad o no Navidad, celebraría la Misa de Gallo. Así lo anunció en la Misa del domingo.

El 24 de diciembre abrió las puertas de la iglesia a todo el pueblo, que conmovido porque ese año no habría Navidad, asistió a la Misa. Presentes estaban hasta los que siempre estaban ausentes. Y a medianoche, cuando unieron sus manos y sus voces para cantar con voces temblorosas Noche de Paz, la puerta de la iglesia se abrió de repente, dejando entrar una noche despejada, un cielo lleno de estrellas, y un luminoso lucero. Era el lucero de la Navidad.

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