miércoles, abril 08, 2015

Descansa


Oscuro y vacío, ya estoy acostumbrada.  La poca luz entra de la calle porque mantengo las cortinas abiertas.  No sé por qué antes siempre las tuve cerradas.  No podía dormir con luz de clase alguna.  Mi dormitorio era una noche de veinticuatro horas, hasta las tormenteras cerradas para que no entrara claridad.  Recuerdo en la oscuridad haber visto a mi hermana, venía a ayudarme, pensé, con la total inocencia de los niños, y el miedo y la angustia de los viejos, cuando se sienten próximos a la muerte.  Recuerdo que me ordenó levantarme y vestirme y obedecí.  Me encogí cuando salimos a la luz del día. Y me llevó a su casa donde las ventanas están abiertas todo el día y la noche, y allí me quedé en la típica posición fetal de los enfermos, pero por primera vez en días cerré los ojos y dormí.

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