martes, enero 01, 2013

La copa vacía

Fue el domingo, víspera de la despedida de año 2012, que me di cuenta que todas mis intenciones de pasar unas navidades tranquilas y felices se venían abajo. Tardé en darme cuenta porque los domingos son mis días de total soledad. Me hizo tomar la realidad por los cuernos el timbre del teléfono. Al otro lado, la persona insistía y yo, yo le contestaba, pero ella no me oía. Natural, estoy sin voz. No a media voz, ni siquiera a pocillo, estoy muda. Muda y con fiebre y me duele el cuerpo. No sé si decir que la copa está llena o que está completamente vacía. Nunca me gustaron las copas a medias, no entiendo de grises. Está claro u oscuro. Está oscuro y la copa está completamente vacía. Como estuvo el año entero, lloriqueo. No es justo.

Me quedo metida en la cama confiando salir de esta condición en cuestión de horas, pero no, la mudez continúa y no puedo pararme. Estoy enferma, ENFERMA, de las enfermedades que uno no puede decir es mental, porque esta no, esta no reside en la mente, no puedo controlarla: llegó, se asentó y está.

No estoy acostumbrada a estar enferma del cuerpo. Me duele, me duele y no tengo ni siquiera la opción de llamar a alguien y quejarme. No sé dónde anda Cuquito y no puedo llamarlo. Recurro a lo obvio: darme un baño. Sé que él aparece, no le gusta bañarse pero le encanta estar parado en mi cabeza, mientras hago malabarismos para bañarme sin que él se moje. Sobrevivimos la ducha, él sin mojarse, y consiente en quedarse en la jaula, mientras me visto. Salgo para la tiendita a trabajar, sabiendo que es un error. Con el dolor en el cuerpo no podré estar de pie, sin voz, no puedo atender la caja. Opto por enviar un mensaje de texto diciendo que no puedo ir, como algo y me regreso a la casa.

El lunes es lo mismo, solo que puedo dejarle saber a mi hermana cuando llama que estoy apenas con voz. ¡Me escucha! Me invita a que pase por su casa, y me baño, visto y salgo a la calle. Me llego a la farmacia y al colmado para comprar pertrechos para mi enfermedad. Paso con mi hermana varias horas e insiste que me quede a comer pero no quiero que me coja la noche. Buscamos a Cuco y te quedas, me dice y me siento tentada por comer comida caliente. Pero el trabajo de bajar a Cuquito y la inercia me ganan y decido irme a casa, donde me paso el resto de tarde y noche, revolviéndome en el sofá tratando de alcanzar el sueño. Me doy por vencida, apago la tele y me voy a mi cama a revolverme.

Despierto ya de mañana y es el 2013. Maldito año nuevo del trece. Estoy enferma, despedí el año durmiendo, y sé que la copa también este año me llega vacía.

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