martes, marzo 03, 2009

El poder curativo de las plantas



A pesar de que mi padre provenía de una familia numerosa solo tenía una hermana mujer. Mi tía vivía sola en una pequeña casita blanca que en mis memorias se asemeja a una casa de muñecas. Circunstancias de la vida habían hecho que permaneciera soltera por lo cual no tenía hijos, y si tuvo o tenía algún amor, nunca lo supe.

Detrás de la casa mantenía un huerto casero y cuando no estaba tocando su querido piano se dedicaba a abonar el terreno y limpiarlo de las hierbas silvestres que constantemente crecían amenazando sus plantas. Me gustaba ayudarla a limpiar el huerto porque ella sabía cómo y cuándo se habían descubierto las facultades curativas de cada planta. Cubiertas nuestras cabezas con pamelas de paja atadas al cuello para protegernos del sol, arrancábamos la mala hierba mientras mi tía me contaba esas historias.

En ellas siempre había princesas, príncipes, dragones y brujas buenas. Las brujas eran las encargadas de crear los brebajes que ahuyentaban a los dragones y curaban las heridas de los seres humanos. Según mi tía, escribían las recetas en un libro inmenso disponible solo a sus futuras generaciones. Siempre había querido preguntarle si ella había escrito alguna en ese libro, pero me daba pena hacerlo.

Una tarde en que trabajábamos afanosamente limpiando las hojas de las hortalizas las que se estaban marchitando víctimas de un cruel animalejo, noté que mi tía se mantenía muy pensativa y callada. Me entristecía verla tan preocupada por su huerto y para animarla y a la vez saciar mi curiosidad, le pregunté si había alguna enfermedad o condición para la cual en el recetario de las brujas no había cura. Luego de un largo rato de silencio y con una sonrisa enigmática en los labios me contestó como quien revela un muy bien guardado secreto: “Toda bruja que se respeta sabe que la única condición que no es tratable con planta medicinal alguna es el mal de amores”.

De ahí en adelante comencé a tomar en serio las lecciones sobre el poder curativo de las plantas.

1 comentario:

lucille lang correa dijo...

No se parece a tu voz, no te reconocí.
Saludos
Lucille