sábado, marzo 28, 2009

Una extraña alegría

Me había acostado tarde recogiendo la casa, convencida de que algo bueno pasaría al otro día. Me sentía contenta, embargada por una desusada alegría y la esperanza de un cambio en mi vida bullía en mi cabeza. Me quedé dormida inmediatamente.

No sé cuánto tiempo podía haber transcurrido cuando unos fuertes golpes en la puerta me despertaron. Me levanté sobresaltada, y sin atinar a pensar el peligro que podría representar, corrí a la puerta y la abrí. Una sombra negra se dibujaba en el dintel alumbrada tan solo por una pequeña lucecita que, a mis pies, brillaba como si fuera una estrella. Supe que tenía ante mí a la muerte, esa que tantas veces en momentos de inmensa tristeza y desesperación había llamado. Ironías de la vida había venido a buscarme cuando un júbilo inexplicable se había acomodado en mi pecho.

Como si leyera mis pensamientos me dijo: “no, no es a ti a quién vengo a buscar, aún no es tu tiempo…”

─ Solo yo vivo aquí ─atiné a contestarle.

─ No, no es así ─me dijo con una voz tan sombría como su apariencia mientras recogía del suelo a la diminuta luz que la iluminaba ─, ayer se nos escapó una ilusión y vine a buscarla…

1 comentario:

Julián Nailes dijo...

GENIAL, genial.....

Voy a leerlo de nuevo.

Genial :)

Bez